Cuando pensamos en montar o dirigir una empresa, solemos emocionarnos con la idea del producto, el marketing, las ventas o incluso el diseño de la oficina. Pero rara vez alguien se emociona hablando de contabilidad. Y sin embargo, es una de las piezas más importantes (y más subestimadas) de cualquier negocio que quiera sobrevivir y crecer.
La contabilidad no es solo para Hacienda.
Sí, llevar bien los números ayuda a cumplir con las obligaciones fiscales, pero va mucho más allá. Una contabilidad clara y actualizada te da visibilidad real de cómo está tu empresa. ¿Estás ganando o perdiendo dinero? ¿Qué productos son rentables? ¿Tienes flujo de caja suficiente para afrontar el próximo mes?
Tomar decisiones a ciegas sale caro.
Muchos negocios fracasan no porque el producto sea malo, sino porque no saben gestionar bien su dinero. Sin contabilidad, estás conduciendo con los ojos cerrados. Y lo peor es que no te das cuenta… hasta que chocas.
No necesitas ser contable, pero sí saber leer los números.
No hace falta que te conviertas en experto en balances y asientos contables, pero sí deberías saber interpretar tus informes financieros básicos: pérdidas y ganancias, balance de situación, flujo de caja. Son tu GPS empresarial.
¿Externalizar o llevarlo dentro?
Depende del tamaño y tipo de empresa, pero siempre hay que tener a alguien de confianza (ya sea dentro del equipo o un asesor externo) que mantenga los números en orden y te los sepa explicar sin jerga innecesaria.
La contabilidad no es un mal necesario. Es una herramienta poderosa. Ignorarla es como ignorar tu salud: no pasa nada… hasta que pasa. Si quieres una empresa sostenible, rentable y que crezca con cabeza, ponle atención. Porque la contabilidad, aunque no lo parezca, es puro poder.